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2021(e)ko maiatzaren 1(a), larunbata

Psicología y Universidad

                     

Estas son unas breves notas sobre mi experiencia y opinión sobre los estudios de Psicología. [1]

 

Sobre los estudios de Psicología.

Cuando comencé el camino hacia la Licenciatura en Psicología, en el año 1971, todavía no existía la Facultad de Psicología y terminé en 1977. Profesores interesantes Lluís Folc i Camarasa (Psicopatología infanto-juvenil), Buen profesor y mejor persona. A las 8.30 de la mañana su clase estaba llena de estudiantes y los que llegábamos tarde teníamos las puertas abiertas y sillas alrededor para poder seguir la clase, inaudito también en aquella época. También Enric Tora i Tortosa (al escribir estas líneas me he enterado de su muerte en 2010 con 64 años.) modelo a seguir como enseñante, se negó a ser profesor titular, para no contribuir al mangoneo (como decía él) universitario tradicional. Recordándolo, diría que era un representante del espíritu de Mayo del 68. El primer día de clase, abrió un debate sobre qué temas nos interesaban y a partir de ahí, distribuyo los temas en grupos de alumnas interesados en los temas y en las siguientes clases él estaba sentado entre nosotros, mientras el grupo de estudiantes encargados de presentar el tema estaba en el estrado. Nosotros hacíamos preguntas o debatíamos los aspectos en que no estábamos de acuerdo. El 2003 fui a visitarle para invitarle al tribunal de mi tesis, y me dijo: “si no encuentras a otro yo iré, aunque prefiero no ir”; para entonces ya aparecía por la facultad para dar sus clases, y listo. La secretaria de la Facultad que me ayudo a encontrarle, me hablo con cariño de él, y con cierta tristeza también. Sospecho que tuvo que soportar mucho en aquel ambiente ante el que se mostraba tan crítico. Lo digo por la conversación desesperanzada que tuve con él.

Han cambiado mucho las cosas. El ascenso de una nueva clase, la clase media baja, los hijos de familias trabajadoras en alza, que en aquella coyuntura económica, posibilitaban el acceso a la educación superior en la Universidad, incluso hicieron una ley de acceso a la Universidad para mayores de 25 años que no habían cursado el Bachiller, ha dado como fruto, entre otros varios que se pueden encontrar en esa institución, una pléyade de profesores-funcionarios alejados de la vocación del conocimiento, del enseñar, del saber[2]. G. Rendueles nos da algunas claves para entender este proceso. Llegábamos con el justo bagaje del bachiller, en nuestras casas no había bibliotecas, ni tradición de conocimiento, no había mucho sustrato cultural. En los comienzos, como en casi todos los comienzos, los estudios de psicología eran generalmente vocacionales, gente interesada en esa nueva disciplina. Algunos habían estado estudiando en el extranjero, París, Londres… y se incorporaban a los incipientes estudios de psicología. Todo esto tendría un reflejo en el desarrollo del estamento del profesorado novel que se incorporaba a las facultades que se creaban. Además, hemos de tener en cuenta que la Psicología como disciplina académica daba sus primeros pasos. De la nada a la Escuela de Psicología y Psicotecnia de Madrid creada por los pioneros, Pinillos, franquista reconocido y con bastante poder en aquella época (no puedo dejar de mencionar la ausencia de Emilio Mira i López, exiliado, y que fue un reconocido psiquiatra que aporto mucho a la Psicología en los años anteriores a la guerra, ignorado y ocultado a las primeras promociones de psicólogos) Germain y otros, que con dos años de estudios, en los años sesenta habilitaban a los licenciados, de cualquier disciplina para ejercer la psicología. La Psicología como disciplina propia, se creó a mediados de los años 70 del pasado siglo.

Hoy en día, salvo excepciones honrosas, no importa tanto la materia que te toca enseñar, aunque esté alejada de tu interés, lo importante es el puesto fijo, convertirse en funcionario, y también el estatus. Todo ello conlleva que hay que hacer méritos para subir en el escalafón. Escribir artículos sin interés para conseguir puntos, es una práctica habitual; ignorar lo que hacen tus compañeros como forma de no reconocimiento, interés únicamente con tu tema, materia, como forma de ignorar tu ignorancia sobre todo lo demás, ocupar cargos en la estructura universitaria como forma de adquirir poder sobre las decisiones a tomar en departamentos o decanatos. Investigar para tener sexenios, y utilizar a estudiantes para escribir artículos y publicar, por medio de influencias en revistas “de impacto”. Todo esto ha sido práctica habitual en la universidad española, aunque con el desarrollo en los años 80 de los ordenadores, y la creación de programas que facilitaban las investigaciones, por ejemplo con el conocido programa de tratamiento estadístico (SPSS), proliferaron, y siguen proliferando, las investigaciones basadas en la estadística, la fascinación de la ignorancia por el “número”, que otorga la categoría de “científica” a una investigación, ha dado alas a la investigación carente, muchas veces de significado claro, de reflexión sobre el tema, y de utilidad concreta. Así se realizan investigaciones, que dan lugar a infinidad de artículos, que generalmente solo le interesan al autor, en caso de interesarle, la mayoría de las veces, es para publicar y engordar su currículum. Así podemos ver que, en muchos profesores, se produce un salto de un tema de investigación a otro, en función de la moda de los temas.

En un año puedes encontrar 20.000 artículos académicos sobre la Autoestima y al año siguiente no llegan ni a 200; o sobre Anorexia, o Bullying, lo que está de moda dirige el interés de los investigadores. A esto, los interesados le llaman “servicio a la sociedad”.

Esta proliferación de artículos generada por la necesidad de engordar el currículum genera situaciones de estafa intelectual por medio del amiguismo. Un artículo hecho por una persona, que se convierte en autor principal, el primero que aparece como autor, al cual se le añaden uno, dos o más autores que muchas veces no tienen nada que ver con ese artículo, aunque les sirve para engordar el currículum. Esto supone que esos profesores que han sido añadidos como autores, están en débito con el autor, lo que se traducirá en tráfico de influencias, como alianzas en reuniones, votaciones y otros asuntos burocráticos, etc.

Las tesis doctorales son un ejemplo de lo obsoleto del actual sistema educativo a nivel universitario, y que provoca una parte de los plagios, al forzar a los doctorandos a describir teorías, en las que basan sus hipótesis, explicando con otras palabras, lo que ya explicó el autor de la teoría en su momento, sin poder utilizar el famoso corta-pega, para cumplir con los estándares, a todas luces absurdos, de la norma no explicitada de llenar un determinado número de páginas, que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el máximo y el mínimo de ellas. 

La evaluación del alumnado se ha extendido al cuerpo docente, “el cazador cazado”. La ANECA, la agencia de evaluación del profesorado, ejerce esa función y obliga al profesorado a entrar en la dinámica que hemos comentado en párrafos anteriores. Esta evaluación se realiza fundamentalmente en la “producción” investigadora, lo que fuerza a publicar “investigaciones” más para satisfacer los criterios de la ANECA, que los intereses científicos propios. Hay que elegir temas que estén en sintonía con lo que esperan los evaluadores. Todo esto lleva a la degradación de la investigación, y a la desconfianza sobre la misma. Es evidente que la ANECA no evalúa la competencia y habilidad de los profesores para la Docencia, no parece importante, únicamente su producción “científica”, evaluada generalmente por medio de los artículos, publicados en las revistas de “alto impacto”. La Aneca es la máxima expresión de la burocracia universitaria, que trabaja para colocarla al servicio del sistema que lo camuflan con el término “al servicio de la sociedad” en lugar de decir “al servicio de los que mandan en la sociedad.”

Como ejemplo Pablo Arango[3]  nos dice, en referencia a Colombia:

“Un montón de papeles arrumados, mal escritos, que no aportan nada nuevo y que nadie lee es la síntesis de la producción académica colombiana en los últimos años. ¿Qué hay detrás de este exceso de nada? Un catedrático y editor universitario escarba entre montañas de pies de página y encuentra unas cuantas verdades.”

Algo parecido se podría decir sobre la investigación en el estado español.

La investigación se ha hecho rehén de la estadística, de tal modo que es difícil hoy en día leer algún artículo que no tenga referencia a datos estadísticos; estos trabajos son rechazados porque no se consideran “científicos”, la reflexión no tiene cabida en esta concepción del conocimiento: la ciencia si no tiene números no es ciencia. Pocas tesis doctorales son aceptadas hoy en día si no van acompañadas de un soporte con investigación estadística, a no ser que sean historiográficas. Todo lo que huela a discusión filosófica es arrinconado. Y por este camino se establece la hegemonía de la llamada Psicología Científica, o Psicología Cognitivo Conductual, que ha ido copando todo el espacio de la Psicología, arrinconando o expulsando a cualquier otro paradigma de las facultades, como puede ser el Psicoanálisis, o la llamada Psicología Humanista, hasta  impedir el desarrollo de la visión Constructivista de la psicología, por poner algunos ejemplos, ha llevado a la enseñanza a una repetición mántrica, de lugares comunes en nombre del “método científico”, y de la (PBE) Psicología Basada en la Evidencia, que da prioridad al aspecto estadístico frente al caso clínico, convirtiendo el trabajo terapéutico en un tratamiento manualizado, estándar, de los trastornos psicológicos, anquilosándola, y alejándola de la búsqueda y desarrollo de nuevos paradigmas. Parece que no se necesita esta búsqueda en un mundo tan cambiante.

Sobre las revistas “de impacto” que menciono más arriba, extraigo estos párrafos (un poco extensos) del libro Postpsiquiatría[4]

“EL (IMPACTANTE) CASO DEL FACTOR DE IMPACTO”

Y ya que hay que publicar, debe hacerse, por supuesto, en revistas con el mayor factor de impacto posible. Porque en mu­chos baremos profesionales y académicos las publicaciones va­rían enormemente en valor según el dichoso factor de impacto. Hay revistas (como la Revista Norte de Salud Mental o la Revista de la AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría), que creemos muy interesantes —tal vez porque es donde más hemos publicado nosotros—) con factor de impacto cero. Mientras que otras llegan a niveles altísimos que ocasionan que, en algunos baremos, ser sexto autor en un artículo de algunas revistas internacionales valga cinco veces más que una tesis doctoral o un master.

Y entonces nos surgió la duda: ¿cómo se calculará este fac­tor de impacto? Imaginábamos alguna regla matemática objetiva e independiente, algo así como el cálculo de la fuerza de la gravedad, pero descubrimos (diríamos que con sorpresa, pero cada vez nos sorprendemos menos) que no era así.

Encontramos un genial artículo que arroja luz sobre la histo­ria, calculo y naturaleza del factor de impacto (FI). Se trata de La ciencia posmoderna y el factor de impacto[5], de Armando Aranda (2009), donde explica el manipuleo, de las publicaciones, valoraciones y citas, gestionadas todas por una empresa privada Thompson, y utilizadas para “valorar” la producción científica de muchas Universidades privadas y laboratorios.

Hasta aquí la cita de Postpsiquiatría para entender el chanchulleo de las “revistas de alto impacto”. (Para quien no conoce el mundo universitario esta cita le podrá parecer excesivamente extensa, los que están dentro de él saben que su puesto de trabajo está condicionado por esta obligación de “publicar a cualquier precio”, y también cuantas horas han de empelar para no descolgarse de esa dinámica.)

Una carrera de funcionario, con vocación de permanecer y progresar en el escalafón, que poco ayuda al espíritu libre que busca el conocimiento universal, que es uno de los objetivos de la Universidad, condicionada por estas exigencias pretendidamente científicas, que tanto se aleja del noble arte de la docencia. 

En el 2002 se creó la ANECA: La misión de la Fundación ANECA es la coordinación de las políticas de gestión de la calidad en las Universidades españolas, para proporcionar una mejora, tanto en el ámbito nacional como internacional. Las políticas de mejorar se plantean siempre en el sentido de adaptar la Universidad al mercado.

Esta agencia (que ha sido denunciada por irregularidades, enchufismos, y otros etc.) se encarga de sancionar lo que es bueno o malo de la producción de los profesores, si por su producción en el mundo académico, puede ser o no contratado para plazas que se oferten en la universidad, evalúa las competencias de los profesores, cara a que se les otorguen sexenios de investigación que conllevan remuneración económica y mejoras en sus puestos de trabajo (menos horas lectivas, etc.) Es el órgano de control, puesto por los poderes extra-universitarios (económicos) para “velar” por excelencia en las universidades, y la mayoría de los profesores están más interesados en obtener una buena evaluación de la ANECA que por sus alumnas. Incluso a menudo los temas de investigación van en función de lo que “la sociedad” o el mundo empresarial demanda. Todo esto corresponde a los intereses de las líneas marcadas por la ANECA “Las políticas de mejorar se plantean siempre en el sentido de adaptar la Universidad al mercado”.

La universidad ha de adaptarse al mercado. Queda claro[6].

Cómo se mercantiliza la investigación y su valoración. La ANECA se ha convertido en el azote de los profesores al concebir un sistema de evaluación que no evalúa el contenido sino el continente, la revista “de impacto”, en que ha sido publicado el trabajo de investigación, o el artículo. No se revisan los trabajos que no están publicados en revistas “de impacto”. Directamente no se valoran. Hay una sentencia del Tribunal Supremo, que condena esta práctica y da la razón a una profesora en su demanda.[7]

Escudándose en que tienen mucho trabajo, muchos trabajos para leer, eliminan los que no están publicados en “revistas de impacto”, que ya hemos visto cómo funcionan, y a que intereses sirven. Tampoco la ANECA se esmera en la valoración de la docencia, pilar fundamental de la Universidad. Es un aparato de control al servicio del poder.

Todo eso se refleja en una docencia pobre, descontextualizada, acrítica e impartida como el summum del conocimiento, donde el alumno es considerado como un recipiente a llenar con esa sabiduría empaquetada en Powers Point, sin soporte discursivo, que sirven luego en eso que llaman “exámenes”, para evaluar lo aprendido (memorizado sería más exacto). Las alumnas son meros apéndices, necesarios, de ese sistema que se perpetúa, y que ellas continuaran perpetuando en el futuro, cuando accedan a ser parte del profesorado, utilizarán el mismo esquema, porque desconocen otro. Un sistema piramidal, jerárquico, que se quiere disfrazar con representaciones de alumnos en los órganos rectores, burocráticos. Los Objetivos del curso están marcados, los temarios están hechos, las fechas para impartir los temas están fijadas, y no hay margen para retrasos, las preguntas de los alumnos son un inconveniente para el profesor que teme retrasarse en el tema; no son bienvenidas, a no ser que esa pregunta facilite al profesor dar la respuesta que previamente está preparada: “Me parece muy interesante esa pregunta…” y ahora el profesor suelta el discurso que estaba empaquetado previamente.

El desafío actual

Nos vamos a un aula de cualquier curso, las alumnas están sentadas delante de sus portátiles o tablets, el profesor subido en el estrado con el Power Point encendido comienza la clase. La docente comienza a explicar y desgranar el contenido del PPoint , en el que aparecen los nombres de varios autores, para cuando comienza a explicar, las alumnas ya han localizado, por medio de los ordenadores, en Wikipedia los autores que aparecen en el PPoint para ser explicados por la docente, las alumnas llevan unos minutos de ventaja sobre la docente, en el tema que les ocupa. De la Wiki, pasan a otras páginas más interesantes para ellas.

¿Qué puede aportar una docente si no es algo personal, algo que no aparezca en la wiki? (que está casi todo, y no siempre bien). Como dice Francisco Mora[8]:

“No se trata de fomentar las emociones en el aula, sino de enseñar con emoción, lo que quiere decir haciendo curioso lo que se enseña. La curiosidad despierta la atención en el que escucha y aprende de forma automática y con ello, es obvio, se aprende mejor. Nada se puede aprender sin una atención despierta, sostenida, consciente. Y nada despierta más la atención que aquello que se hace diferente y curioso. Un profesor monótono, aburrido o repetitivo es un claro ejemplo del valor de la emoción en el que enseña. Un profesor excelente es aquél capaz de convertir cualquier cosa o concepto, aun matemático, de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante”.

Docentes formados en la memorización de la explicación de datos y conceptos, en una época que esa información era difícil y costosa de adquirir, y que hoy está a un click, se encuentran en situación de desventaja, y gracias a que tienen un alumnado domesticado y que lo que más les interesa es aprobar, si no es lo único, pueden sobrevivir dando clases como hace 50 años, aunque ahora con medios tan avanzados que les sobrepasan.

¿Qué hacer?

Seguir como si lo importante es el contenido del programa, o:

Cultivar lo que realmente es más necesario: la relación directa con el alumnado, el criterio, el espíritu crítico que toda persona tiene la capacidad de desarrollar, la creatividad, que tan necesaria será para trabajar con y en el mundo Cyber y Robótico que les espera. Repetir, sea lo que sea, lo hacen mejor las máquinas, con la novedad tienen más dificultad.

La dinámica universitaria se convierte en una dinámica perversa, nadie prohíbe nada, generalmente son insinuaciones, comentarios. Yo conocí de primera mano esta dinámica de la que hablo, “sin Tesis no estás seguro”, hago la tesis, no es importante el tema, lo importante es que la hagas; de esa tesis tendrías que sacar varios artículos para publicar en alguna revista… unos “churritos” para hacer currículum, es importante que participes en “algún equipo de investigación”, mejor que ir por tu cuenta; buscas algún colega que te meta en su grupo de investigación, no importa el tema, importa más el caché del director de la investigación, más puntos para el currículum. Se pierde la perspectiva, casi todo el trabajo está en función del currículum, que ayudará a tu mejora económica, y docente. Algunas cosas las haces porque todavía no sabes su trascendencia, luego las haces para sobrevivir en el sistema, y cuando estás dentro, la capacidad de crítica disminuye. Generalmente es una lucha individual, excepto los “equipos de investigación”, no hay grupos de profesores que teniendo ideas similares luchen por un cambio, el sistema fomenta la competición entre iguales, no la competencia profesional. Estos profesores y profesoras, se encuentran aislados cada una en su despacho y la comunicación entre ellas es escasa. No son pocos los profesores que están en desacuerdo con los exámenes tipo test, ni con otros aspectos de la docencia, aunque no encuentran apoyo para buscar una alternativa, y continúan haciendo lo que no les gusta, porque incluso es un sistema más cómodo. Yo he vivido, y he sido cómplice de estas prácticas, se muy bien de lo que hablo.

Gran cantidad de los profesores conscientes de que sus conocimientos sobre el tema, la mayoría de las veces, se remite a saber los conceptos claves que tiene que explicar, y que él, los ha aprendido por el método de memorizar las respuestas correctas, están temerosos ante preguntas “fuera de contexto”, fuera “del orden del día”, preguntas que puedan cuestionar su método; prefieren alumnos dóciles. Excepto algunos alumnos (los rebeldes) el alumnado aprende a no incomodar al profesor, se habitúa a sus reglas, aprende el tipo de preguntas que ha de hacer para que el profesor se luzca, y así se va entrando en la sumisión al sistema que ya conocieron en el bachiller, y que por medio de él llegaron a la Universidad, de la cual saldrán Graduados, y cursarán un Master, y que seguramente les incitará a hacer la Tesis Doctoral con la cual podrán acceder a un puesto de profesor, quizás en la misma facultad donde estudiaron, y que tan bien conocen, para continuar reproduciendo el sistema…. lejos del mundanal ruido.

Esto creará  profesionales titulados, acreditados, que podrán reproducir el sistema y ser tan acríticos como han aprendido a serlo en toda su travesía universitaria, hasta que despierten.

Las evaluaciones, que desde hace tiempo se basan en los exámenes de alternativa múltiple, es el ejemplo más vivo del anquilosamiento de la universidad. Casi todos los profesores estarán de acuerdo que estos exámenes son “objetivos, y que miden las competencias y habilidades (mantras actuales que se repiten hasta vaciarse de sentido) la capacidad del alumno para recordar, lo que al profesor le parece importante, y que en la corrección de ellos, hay una exquisita neutralidad, objetividad, pues la corrección se hace con un lector óptico, y que aporta una cantidad de variables sobre las respuestas (la media de respuestas acertadas, el ítem que más han fallado etc.) de lo que el alumno ha respondido.

Esto no se hace por ignorancia, sino por no enfrentar un problema clave en todo el ciclo educativo. Se supone que evaluar es poner notas, calificar con números. Todos queremos NOTAS:

1º) los alumnos. ¿Para qué estudias? Para aprobar (como mínimo un 5)

2º) los profesores. Todos mis alumnos están bien evaluados. El examen revela que han “aprendido” lo que “yo les he enseñado”

Padres. Mi hija va muy bien, ha sacado muy buenas notas.

4º) Las burocracias universitarias. Pueden manejar “datos objetivos”, hacer estadísticas y politiquear con ellas.

Ya Williams Glasser[9], que era psicólogo clínico, a finales del siglo pasado, basándose en sus investigaciones, sobre el fracaso escolar sentenció que lo que fallaba era el sistema escolar y la evaluación “lo que está mal es la escuela y no los jóvenes”.

Y más aún, que marca de por vida a ciertas personas con base en un
principio tan falso como absurdo: las calificaciones escolares. También encontró que
este engaño ha generado toda una gama de conductas nocivas de diversos tipos que
sirven de marco a la corrupción. Es algo que está a la vista de todos nosotros, pero
tenemos a las calificaciones como entidades sagradas, intocables, y como unidades de
medida no solo de conocimientos, sino de su calidad humana.

Pero no nos engañemos. Las calificaciones escolares, desde jardín de infancia hasta el doctorado, no miden el conocimiento, tampoco la habilidad intelectual y, mucho menos,
la calidad de las personas. Son un mito socialmente cómodo que han generado niveles
significativos de corrupción en muchos ámbitos.

En sí mismas, las calificaciones no son las verdaderas culpables pues, como descubrió Glasser, son producto de un sistema educativo que, en aras de satisfacer las
ambiciones de políticos, de la gobernanza social, ha renunciado a su labor esencial: educar. Y la ha sustituido por una tarea más sencilla y que mejor satisface el criterio político de eficiencia terminal, que implica que el número de egresados sea cada vez mayor respecto al número de matriculados, sin importar la calidad del producto: el graduado.[10]

Según Glasser: “En la escuela, el más extensamente usado es el ejercicio del pensamiento requerido para resolver problemas para los que hay respuestas precisas. Aunque el pensamiento de esta índole es bastante bien enseñado, en lo que se refiere a matemáticas, ciencias y literatura, con demasiada frecuencia se da mayor importancia a la respuesta misma o a su forma, que a los pasos lógicos para obtenerla, menoscabando así el proceso de pensar”

Señala que los sistemas educativos de todos los matices relegan o, en muchos casos, se olvidan de enseñar al estudiante a razonar. Esto se debe, dice, a que en la escuela solo se estudian temas para los que ya se conocen soluciones o acerca de los cuales hay principios o conceptos aceptados. Tratar asuntos para lo que no existen respuestas únicas o socialmente aprobadas, es tabú.

En esto las coincidencias con Noam Chomsky son notorias, pues Chomsky nos hace reflexionar sobre el sentido de la educación contraponiendo: un sistema en el que el objetivo principal de la educación es mostrar a las personas cómo aprender por sí mismos. Es uno mismo el propio aprendiz, que va a alcanzar logros durante la educación.

Llinás neurobiólogo colombiano dice: “En la educación le queman a uno el cerebro. A los niños hay que enseñarles a pensar, es decir, enseñarles en contexto”.

Frente a otro enfoque que es el adoctrinamiento, en el cuál desde la infancia, los jóvenes deben ser colocados dentro de un marco de referencia en el que acatarán órdenes, aceptarán estructuras existentes sin cuestionarlas, se harán conformistas, etc… Por lo que hay que luchar entre estos dos enfoques en las escuelas y universidades.

Glasser descubrió que hay dos principios educativos nefastos porque impiden el
razonamiento y reprimen la creatividad y la originalidad. Se trata del Principio de
Certidumbre y del Principio de Medición.

Dice: “Las materias que requieren capacidad creativa son usualmente menospreciadas y se les considera “poco prácticas”; sin embargo, pueden conducir y con frecuencia conducen más directamente a la motivación, dedicación y pertinencia. La Educación no da importancia al ejercicio del pensamiento y está orientada hacia el memorismo porque casi todas las escuelas y universidades están dominadas por el
PRINCIPIO DE CERTIDUMBRE que dice: “
Para cada pregunta hay una
respuesta correcta y una equivocada; siendo entonces la función de la educación, cerciorarse de que cada uno de los estudiantes sepa las respuestas correctas a una serie de preguntas que los educadores han decidido que son importantes
.

Seguramente Glasser recordaba a B. Russel que también decía: “Lo que de hecho quieren los hombres no es el conocimiento, es la certeza” 

Lo que viene, el reto del futuro, no son respuestas sabidas, sino capacidad para imaginar respuestas nuevas para nuevos y viejos retos.

“Los estudiantes suelen llegar con la creencia de que muchos problemas tienen más de una respuesta posible, pero son rápidamente reprimidos, o reciben poca atención porque son incomodos para el maestro, profesor. Este permite discusiones siempre y cuando al final se llegue a la respuesta que, dicen los que hicieron el programa, es la correcta. Si para un tema no hay una respuesta definitivamente correcta, entonces el tema no se incluye, es un tema “tabú”. El Principio de Certidumbre no solo domina el plan de estudios, sino también a las reglas que se relacionan con el comportamiento de los educandos... Estos comprenden que no toman parte en las decisiones acerca de su comportamiento o de su participación en la escuela. Instruidos formalmente desde el jardín de niños, acerca del valor de nuestra forma de vida democrática, aprenden por experiencia que la condición principal de una sociedad democrática (que las personas que intervienen en alguna empresa ayuden a determinar sus reglas), no se aplica a ellos.

Glasser postula que la auténtica educación debería ser precisamente lo contrario a lo que es actualmente. Los estudiantes, deben aprender que tienen la responsabilidad de encontrar las mejores alternativas a una serie de problemas, que ellos mismos contribuyen a crear. El proceso de plantear el problema, de encontrar alternativas razonables y de poner en ejecución la alternativa que parezca ser la mejor, es educación. En contraste con el actual proceso de obedecer (o quebrantar) ciegamente las reglas y de repetir irreflexivamente las respuestas correctas (o equivocadas) a preguntas hechas por otras personas. Ya antes los humanistas lo han mencionado: La certidumbre y la memoria son enemigas del pensamiento, las destructoras de la facultad creativa y de la originalidad.

Respecto al Principio de Medición dice: Pero, además de estar dominada por el Principio de Certidumbre, la educación también es esclava de otro principio nocivo, el PRINCIPIO DE MEDICION el cual dice que: “Nada vale realmente la pena de estudiar a menos que se le pueda medir y asignar un valor numérico”

Medir para comparar, para tener la sensación (y solo la sensación) de certidumbre, parece ser la causa principal de la muerte de la motivación por el estudio, el interés por conocer y la madre del aburrimiento.

“El principio de certidumbre, con su total incapacidad para dar una satisfacción emocional proporcionada a los esfuerzos, es una causa importante del fracaso en la educación. Los maestros que operan con los dos principios nocivos de la educación, la Certidumbre y la Medición, se asombran y se frustran porque sus estudiantes pasan la mayor parte del tiempo con su cuerpo físico en clases, pero su mente pasa lejos, muy lejos, la mayor parte del tiempo. Así lo demuestran todos los dibujos, poesías, artesanías, de poca, nula o alta calidad que en increíble abundancia hacen los estudiantes durante las clases. (Glasser escribía esto hace cuarenta años, actualmente las tablets, los ordenadores portátiles (laptop) y los móviles, hacen más soportables las clases, ya que están llenos de múltiples posibilidades para entretenerse, mientras oyes lejanamente la “chapa” que mete el profesor de turno). Esos profesores no entienden que su clase es una tortura que un cerebro normal no puede soportar. Añádase a esto el que la simple retención del conocimiento, cierto y con muchas medidas, sin usarlo para resolver problemas que atañen a uno mismo y a la sociedad, impide la extensa correlación con otras personas y el mundo y tenemos todas las variables necesarias para una educación mediocre. El estudiante se esfuerza, pasa exámenes, memoriza cantidades astronómicas de datos y se gradúa. Sale a la calle y descubre lo que realmente aprendió: Nada, memorizó mucho, y en disciplinas como la Psicología, sirve de muy poco. Aunque tienes un título. Ya tienes un puesto en la sociead burocrática.

Los dos principios nocivos de la educación son una carga negativa en los modelos educativos actuales, pero quizá la carga negativa que más repercusión social tiene, sean las calificaciones. Dice Glasser: Probablemente la practica escolar que más fracasos produce es la de calificar. Si hay una parte de la educación que sea sagrada y venerada como útil y necesaria, es la escala de calificaciones. Por ser tradicionales, quienquiera que levante la voz en contra se encuentra en el centro de un huracán. Sin embargo, los defectos de las calificaciones son tan obvios, que muchas personas prominentes han hablado en su contra. Hasta aquí estas breves notas extraídas del trabajo de W. Glasser.

Después de todo esto lo mejor que se puede decir de un licenciado o un graduado con master es que sabemos que ha soportado estoicamente 5 o 6 años de una pobre enseñanza, por medio de un procesos de memorización la mayoría de las veces, lo cual es una garantía para las empresas, que tendrán trabajadores sumisos, que han aprendido a no cuestionar (este era antiguamente el objetivo del servicio militar: obedecer a la autoridad a sus mandatos, aunque fuesen estúpidos, y carente de sentido) después de haber sido sumisos durante todo ese tiempo.

La disidencia pedagógica o ideológica no es bien recibida, se vive como cuestionadora del sistema, y no como un posible enriquecimiento del saber. Así se convierte la enseñanza de la Psicología en una repetición de los saberes establecidos y asumidos por el sistema. No es la Universidad al servicio de la sociedad sino sometida al poder de la gobernanza institucional, adornado de mantras como la “Excelencia investigadora”, “competencias”, “habilidades” y un largo etc. de palabras huecas.

Como Chomsky sostiene: “El choque entre ambos modelos de sistema educativo se debe a dos formas de entender el mundo. Es un choque permanente y se da en muchos aspectos. Podemos fijarnos como el modelo ilustrado prefiere potenciar la investigación creativa, donde tras un interés suscitado según un material base, luego cada cual puede perseguir el conocimiento de manera individual o cooperativa con cierta libertad. Mientras en contraste, el otro método se centra en aprobar exámenes.”

No es la Universidad al servicio de la sociedad sino sometida al poder institucional y en muchos casos, sobre todo en las universidades privadas tutelada por los intereses y la ideología de quienes aportan el capital para su funcionamiento.  Como afirma Ordine (2013): “…la lógica del beneficio mina por la base las instituciones (escuelas, universidades, centros de investigación, laboratorios, museos, bibliotecas, archivos) y las disciplinas (humanísticas y científicas) cuyo valor debería coincidir con el saber en sí, independientemente de la capacidad de producir ganancias inmediatas o beneficios prácticos.”[11]

Noam Chomsky está de acuerdo con Bertrand Russell, John Dewey y otros, cuando dicen que la propia educación tiene un valor por sí misma independientemente del rendimiento económico que tenga, porque contribuye a forjar mejores seres humanos.

Cuestionarse hoy el día el sistema educativo de nuestro entorno, no importa el estamento en el que nos centremos, implica poner en cuestión la ideología que subyace a los planteamientos pedagógicos de la Europa del “bienestar” y en mucha mayor medida del imperio USA. 

El sistema de adoctrinamiento prevalece debido a la estructura de poder. Los que mandan en esta sociedad están muy interesados en asegurar que las personas estén adoctrinadas y se conformen con lo establecido, que sean obedientes, que no pregunten demasiado y asuman su rol. Así todo marchara según sus intereses y no peligraran los sistemas de poder y autoridad que controlan.

Un ejemplo de esto es el “mantra” de las facultades de Picología: el psicólogo, el psicoterapeuta “debe de ser neutral”, no debe de tener un pensamiento político, una ideología, cuando esté ejerciendo de psicoterapeuta, todo lo que plantea el paciente o cliente se ha de convertir en un problema “intrapsiquico”, y, como derivada, hay que practicar una terapia “adaptativa al sistema”, el sistema no se cuestiona, se cuestiona la paciente-cliente, el sujeto que “no se adapta” (“inadaptado” se suele decir con cierto desprecio) y sufre por su falta de adaptación, no porque el sistema sea injusto.

Tal y como señala Chomsky: “un sistema educativo es fundamentalmente un adoctrinamiento, que busca controlar a la población, reducir el activismo, la democracia y el cuestionamiento de lo establecido.”

La enseñanza debe ser una incitadora del auto descubrir, del cuestionar lo establecido y lo que no se comparte, del buscar alternativas una vez se deduce que puede haberlas mejores, del trabajar por las grandes conquistas del pasado y tratar de dominar, a la manera de cada quién, aquellas que sean de interés.

Volviendo a la enseñanza concreta de la Psicología, basada en una “renovada tecnología” PowerPoint, aulas virtuales y otros medios tecnológicos, etc. me gustaría recordar aquí nuevamente a Chomsky:  

Detrás de cualquier uso significativo de la tecnología contemporánea, como internet, sistemas de comunicación, gráficos o lo que sea, a menos que detrás de ese uso haya un aparato conceptual bien dirigido, bien construido, es poco probable que este resulte útil, y hasta podría ser dañino. La persona que gana el premio Nobel no es la que lee más artículos y toma más notas; es la persona que sabe qué buscar. Cultivar esa capacidad para buscar lo que es significativo y estar siempre dispuesto a cuestionar si estamos en el camino correcto, de eso es de lo que debe tratar la educación, ya sea usando computadores e internet o lápiz, papel y libros.

La tecnología juega a favor de un cambio necesari e imposible: el del profesor o profesora. Hoy cuando una profesora inicia una clase y menciona, por ejemplo, a Williams James, el alumno lo busca en el portátil o la Tablet, y en pocos segundos se puede hacer una idea de quien era, que decía y que escribió el “tal” W. James; con lo cual el profesor se repite delante de la Wikipedia, con el riesgo que le gane la Wikipedia, o se puede dedicar a trabajar el tema de manera crítica con los alumnos, y para eso hay que estar preparados y salir del Power Point, o aprovecharlo para fomentar, la crítica y el debate de ideas, no para memorizarlo. Hoy la memoria sirve, en el mejor de los casos, para acordarte qué es lo que querías saber e irte a la Wiki a leerlo. El pensamiento no necesita memoria, se ejercita.                

Y no, emplear esos medios tan potentes para enseñar y repetir teorías incuestionables, (que no se deben cuestionar) y que son ya caducas, y que únicamente se mantienen por la inercia de un profesorado funcionarial, como único objetivo, que ha aprendido a no cuestionar nada, y que teme que cualquier nueva teoría le enfrente con el poder académico establecido.

Algunos años antes de la llegada del plan Bolonia, en la F. de Psicología de la UPV-EHU se suprimieron los grupos que asistían a las clases tarde-noche, que estaban compuestos por alumnas que trabajaban por las mañanas, dando otro paso más hacia el elitismo de la Universidad, al dificultar el acceso a los estudios a una parte de gente trabajadora. Una de las excusas o razonamiento que se utilizaron fue “para ellos está la UNED”. No sabían el riesgo que corrían de que su propia Facultad se convirtiera con el tiempo en algo parecido a la UNED, con la implantación de la teleducación forzada por la pandemia del coronavirus.

El Plan Bolonia 4 años un grado; 2 años un master, ha servido para encarecer los estudios[12], es cierto que ha promovido la movilidad del estudiantado… que podía, aunque en la práctica poco más podemos decir de “las mejoras” prometidas. Para la mayoría de estudiantes el Plan Bolonia es poco más que el Erasmus o las becas Séneca.

En este panorama no podemos olvidar ese grupo minoritario de docentes que sí les interesa la docencia, que se interesan por sus alumnas, y que están sometidos a la presión insidiosa del stablisshment universitario, en tanto y cuanto no compartes los valores del sistema, el arrinconamiento por parte de los compañeros, que sí lo comparten, o por lo menos no lo critican, y que aceptan estar en los puestos administrativos sin cuestionamiento alguno, las trabas a que son sometido estos docentes son amplias. Las exigencias académicas, uniformización de los exámenes, el control sobre los contenidos de las materias a impartir, (ya nadie cree que exista libertad de cátedra), se convierten en una carrera de obstáculos.

Con este cuadro no es de extrañar que en las últimas elecciones al Rectorado de la UPV-EHU la participación haya sido el 7,7% del censo. Esta escasa participación no ha merecido ninguna reflexión relevante, ni por parte de la prensa, ni por parte de ningún “intelectual” (si es que queda alguno) conocido que no viva cuasi subvencionado, al arropo de alguna institución, fundación o algún otro etc.

Este profesorado resignado a luchar por su subsistencia, ve como cada vez se destinan más recursos a las Universidades privadas y menos a la pública.

El alumnado también tiene su importancia y responsabilidad en este sistema. No creen que ellos forman parte del sistema; el proceso de normativización, de individualización y de enajenación que han vivido desde que entraron en prescolar, ha dado su fruto. Persona conformista, lo que importa es aprobar, o sacar nota en las más competitivas; han aprendido a no “importunar” a la profesora con preguntas. Quieren saber que entrará en el examen y la motivación en muchos casos es el currículum también.

Yo he presenciado dar certificados de asistencia (para el currículum supongo) a una conferencia, que no tenía nada que ver con los propios estudios de Psicología. Si no hay certificado de asistencia, baja esta asistencia. Tanta insistencia en la certificación de la asistencia es mosqueante. Creo que esta anécdota ya es una práctica general que algunos profesores y alumnas que se retroalimentan en un bucle pernicioso para ambas partes.

“Si asistes a la conferencia que he organizado yo te premiaré con un certificado de asistencia”… con la expectativa de que así la asistencia sea mayor.

“si no hay certificado de asistencia no voy a la conferencia”.

Así matan la motivación, no la aumentan.

Con la inmersión masiva en “las nuevas tecnologías” (hace tiempo que dejaron de ser nuevas) las redes sociales, plataformas E-learning como Moodle o eKasi, el contacto directo (cara a cara) entre docentes y alumnas puede reducirse a cero, ya que cualquier tipo de cuestiones se pueden tratar de forma no presencial, incluyendo los exámenes.

Esta es la perversa relación que se ha creado en este contexto profesor-alumno y enseñanza-aprendizaje.

Esto se agravará en los próximos años con la implantación de la tele-educación, que dejará a muchos enseñantes en el paro. La misma clase se podrá repetir año tras año sin que el profesor intervenga, a no ser como “consultor de dudas” también por teleconferencia.

Evidentemente para una enseñanza memorística, las TICs están mejor preparadas que el profesorado actual. La implantación de bots, preparados para contestar en esta enseñanza memorística, a las preguntas más frecuentes (pocas) que los alumnos hacen a los profesores, con implementaciones de la IA, hará que el estilo de “clases magistrales” (¿?) alcance su máxima obsolescencia. Las máquinas hacen, desde hace tiempo, mejor las tareas repetitivas que los humanos. Todo esto comportará un cuestionamiento total del modo de enseñanza actual. Ya no existirá el cambio por voluntad propia (expresión de la libertad de los profesores), sino por necesidad. Repetir lo que el profesor aprendió en su día, aunque fuese ayer, no bastará.

Como curiosidad: no hay actualmente ninguna asignatura que relacione la Psicología con las TICs, ni con la IA.

He conocido a muchas alumnas que han renunciado a los estudios porque no reconocían la Psicología que habían ido a buscar en lo que recibían, y no por las materias en sí, sino por la deshumanización que percibían, decían.

 Tampoco podemos olvidarnos de esas estudiantes, que van más allá de donde el programa obliga o somete, sintiéndose motivadas y siguen manteniendo vivo el interés por la psicología, a pesar de tener que soportar los PowerPoint, la absurda memorización y otras trabas.

Ellas siguen siendo la esperanza.

Palabras (¿huecas?):

.- Carmen González, vicerrectora de Ordenación Académica, e Itziar Alkorta vicerrectora de Calidad e Innovación  de la UPV-EHU dicen:

EL ALUMNO: Responsabilidad

El alumno pasa de ser un agente pasivo a uno activo con el nuevo modelo educativo. El objetivo es que tome sus propias decisiones con respecto a su aprendizaje a la hora de elegir un itinerario u otro o al elegir una especialización. Bolonia requiere al alumno un esfuerzo mayor por, entre otras cosas, la realización de trabajos y la asistencia constante a clase. "Ya no basta con estudiar solo para el examen", destacan las vicerrectoras de la UPV.”[13].

 Palabras huecas y cínicas en la mayoría de los casos, para quien tenga contacto con el alumnado.

Este es el panorama en la enseñanza de la Psicología actualmente, en mi opinión, generada por la experiencia personal, como dije más arriba yo he pertenecido a ese sistema y en alguna medida lo conozco.

Este es el tipo de Psicología que le interesa a la gobernanza actual de Euzkadi.

 



[1]Patxi Sansinenea. Estudié Psicología en la Universidad Central de Barcelona. Fui profesor de la Facultad de Psicología de la UPV-EHU entre los años 1995-2010.

[2] Guillermo Rendueles. (2006) Vocación psicoterapéutica y queme profesional. Antipsycologicum. VIRUS, Barna, 2006

 

[3]Pablo Arango. La farsa de las publicaciones universitarias.Revista El malpensante nº 97. Mayo. 2009

https://www.elmalpensante.com/articulo/1031/la_farsa_de_las_publicaciones_universitarias

[4]Amaia Vispe, Jose G-Valdecasas (2018) Postpsiquiatría. Grupo 5. Madrid (pp 423-428)

[5] Armando Aranda. La ciencia posmoderna y el factor de impacto. * Laboratorio de Biología Molecular, Facultad de Medicina, Universidad Autónoma del Estado de México, México.

[6] Luis Alegre. Bolonia no existe. La destrucción de la universidad europea. (2009) Ed. Hiru

[8] Francisco Mora. https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/

[9]Glasser William, Escuelas sin Fracasos”, Editorial Cesarman, México, 1995 (Reimpresión)

[10]El gran engaño educativo. Arturo Ocaña

[11]Nuccio Ordine (2013) La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Ed. Acantilado

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